Llegamos al atardecer a una playa desconocida para mí, muy bonita por cierto, montamos los
equipos rapidamente, al poco tiempo de lanzar revisamos una caña y confirmó que no había presencia de roamen por lo que montamos gusanos y nos sentamos a marujear un rato esperando ver algún puntero moverse. Los gusanos permanecieron intactos durante horas debido a la inactividad reinante en la zona. Oscureció y un pescador cercano con el cual habíamos charlado antes nos avísaba que había pescado una pequeña dorada, nosotros empezamos a cenar algo y poco después el detector de una de mis cañas comenzó a sonar, me acerqué con el bocata en la mano y tras revisión visual y ninguna muestra de movimiento me terminé tranquilamente el bocadillo. Cual fue mi sorpresa cuando al recoger la pertinente caña un pez en el rebalaje me hizo sentir una sensación casi olvidada, los típicos cabezazos delataban la presencia del pez que me alegraría la noche.
Me sorprendió que una americana que llevaba varias horas en el agua, vacía y agujereada, engañara a este astuto pez de exquisito paladar.
La pequeña dorada fue devuelta a los confines del dios Poseidón y pareció que éste nos agradeció el gesto pues desde ese momento no paramos de coger pescado durante toda la noche descartando los peces de menor tamaño. Mi colega Barros no tenía mucha suerte con las lubinas xl y esta sería su noche batiendo su record personal y es que ya él lo decía cuando salimos de Dos Hermanas que tenía el presentimiento de que sería una gran noche y no se equivocó. Estuvimos muy entretenidos, Quini también pescó un gran sargo xl poco antes del amanecer, momento que disminuyó bastante el ritmo de picadas y momento que aprovechamos para dormir por turnos para hacer guardias y vigilar las cañas,¡¡que organización!!
Teníamos acordado regresar a Sevilla por la mañana así que nos dispusimos a recoger, unas fotos para el recuerdo y a ir planeando la próxima salida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario