Empezaba a amanecer y ya tenía mis cañas recien lanzadas, mi novia en la tienda de campaña dormida, yo sentado en la silla medio dormido aguantando el típico frío mañanero cuando escucho el bendito detector de picada, el cebo que puse en esa caña era una catalana tan bien presentada que casi apetecía morderla uno mismo. Aviso a mi novia y esta sale de la "quechua"
para inmortalizar el momento.
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Quitándole el anzuelo a la dorada oigo el sonido de un carrete pero resultó ser mi novia cerrando la cremallera de la tienda para volverse a dormir. Lancé de nuevo la caña al mismo lugar esperanzado. Limpié la dorada y guardándola en la nevera otro detector con su mágico silbido me anunciaba la presencia de otro pez. Llamo a mi novia y esta sale de la tienda con el móvil en la mano pero con un enfado terrible, y es comprensible también, ya que habíamos dormido muy poco la noche anterior. Tal es el enfado que antes de enseñar el pez ya había cortado el vídeo.
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A los pocos minutos otro detector me hace mirar en el instante justo para presenciar otra hermosa picada. Misma jugada, aviso a mi novia pero ya estaba hasta el moño y llega a regañadientes, maldiciendo la pesca, las doradas y la hora de entrar a comer las doradas, pero llega al tiempo justo para grabarla saliendo del agua.
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Viendo el panorama de picadas y el mal humor razonable de mi novia intento hacerla reir en cada vídeo dedicándole las capturas, pero cada vez me daba menos resultado. Y es que la captura de una buena dorada no es lo mismo sin un buen vídeo.
La cuarta no tardó en aparecer, fue la picada menos feroz y por el contrario la dorada más grande del día. Tras una larga batalla repleta de carreras y cabezazos el animal se rendía exhausto en la orilla.
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Todo esto trascurrió en una hora, al poco tiempo llegaron mis amigos, había quedado en echar el día pescando con ellos y viendo lo sucedido aguantaríamos gustosos toda la noche hasta el amanecer siguiente.
En todo ese tiempo no se vió más una picada de dorada, ni en mis cañas, ni en las de mis amigos, ni en las de ningún otro pescador. Y es que llegar a un pesquero una hora antes o marcharse una hora después puede significar aveces la diferencia entre una victoria o una derrota. Por este motivo de nuevo agradecer a mi "mejor compañero de pesca" que aunque ya no lanza sus cañas ni ensarta sus americanas como hace años, todavia me acompaña como el mejor de los apasionados a esta afición. Aquí dejo la foto final de la pesca. Un saludo y hasta la próxima!
Enhorabuena eres una auténtico artista!!
ResponderEliminarGracias amigo, pero un artista no soy, sólo un pescador más que le dedica muchas horas a su pasión. Un saludo!
ResponderEliminarBuena pesquera diego..... Un abrazo hermano....
ResponderEliminarGracias Iván, me alegro de verte por aquí.
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